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El síndrome del impostor puede hacernos mejores líderes

¿Sabías que el “síndrome del impostor” puede hacer que seas mejor líder y logres crear mayor impacto? En su libro, “Think Again” ‪Adam Grant‬ nos explica cómo este síndrome (a un nivel que no nos bloquee) puede ayudarnos como líderes.

El síndrome del impostor no tiene que ver con ser un impostor.

Es la sensación de que otros ven en ti más de lo que realmente sientes que eres o sientes que puedes ofrecer. Por eso lo de “impostor”.

Y tampoco tiene por qué estar ligado a tener un bajo autoestima. Es un desbalance creado al uno tener más competencias que confianza en sí mismo/a. (Este desbalance al revés sería arrogancia: más confianza que competencias).

Dudar de nosotros mismos, mientras no llegue a paralizarnos, puede hacernos mejores líderes y ejecutores. Promueve que escuchemos más a los demás, que seamos más empáticos y que no nos obcequemos en una única solución o estrategia, llegando a ser más innovadores.

¿Por qué?

El dudar de nosotros mismos trae consigo tres beneficios:

  1. Nos motiva a trabajar más, y a alejarnos de la complacencia que resulta de tener demasiada confianza.

  2. Nos hace trabajar mejor – al dudar de nosotros, repensamos nuestras estrategias, poniéndonos en una mentalidad de principiante, y llevándonos a replantear supuestos que otros han dado por sentado.

  3. Nos convierte en mejores aprendices – aprender requiere de humildad para darse cuenta de que hay algo que tenemos que no sabemos.

El “síndrome del impostor” nos acerca a nuevo punto de balance: a una “humildad confiada” (“confident humility”).

Como líderes de equipos u organizaciones de impacto social, nunca podemos asumir que tenemos la respuesta correcta a un problema social, aunque en el pasado haya funcionado.

Siempre debemos cuestionar nuestros supuestos, revalidar nuestro impacto y aprender de todos y de todo para adaptarnos a los cambiantes y complejos entornos en los que trabajamos.

Así que abraza las dudas y lidera desde una humildad confiada, donde entendemos nuestras debilidades para poder sobrepasarlas.

Y tú, ¿alguna vez has tenido el síndrome del impostor? Compártenos tu experiencia.

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